Antoine Sartre muere atropellado en la estación de metro de Denfert Rochereau en París. La policía francesa concluye de forma apresurado que ha sido un suicidio. Lejos están de imaginar que este hecho luctuoso está relacionado de forma directa con la colisión del Alejandría y el Mesana en aguas del estrecho de Gibraltar unos meses atrás.

Jacinto Reyes, perito especializado en accidentes marítimos, cincuentón, bebedor, recién divorciado y un tanto escéptico con lo que le pueda deparar la vida, es enviado para tasar los desperfectos producidos en el Mesana. Lo que parecía a priori una investigación rutinaria se complica de manera espectacular por la aparición de una red mafiosa que intentará ocultar un secreto que atesora uno de los barcos implicados. Sin embargo no va ser éste su mayor reto porque en ese viaje, en el que regresa a la ciudad en la que pasó su juventud, tendrá que enfrentarse a una mujer a la que conoce demasiado bien, Alicia.

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domingo, 11 de septiembre de 2011

El sueño de...

Oigo por la mañana el canto de una alondra y me reconforta la luz que entra tamizada por el visillo del balcón. Con las ventanas abiertas de par en par por fin ha acabado esta noche que ha sido como una desventura de sueños confusos, inconexos, repetitivos. Me levanto con dolor de huesos y más cansado que cuando me acosté cargado de copas. En el duermevela en el que he pasado las últimas horas no he conseguido aclarar si las voces que escuché a las tantas de la madrugada fueron reales o procedían de mis delirios; una madre gritaba en la plaza que a la niña la habían cogido del cuello, la habían amenazado y como colofón urto o robo de móvil (que no acierto a distinguir entre ambos téminos)  y luego el derrape de las ruedas de un coche con destino a urgencias. En fin que la mañana se me presenta como un armisticio y las cortinas claras de mi habitación mecidas por el aire fresco del alba como una bandera blanca de paz. Tampoco olvido que marcho dentro de un rato a una cita que no es cita con un viejo amor.


La conexión mexicana tampoco funcionó. Ahora que ha acabado el verano donde toda pereza está justificada es cuando empezaré a desarrollar con mi agente un nuevo proyecto. No es lo que me hubiese gustado pero también es cierto que no invalida a ningún otro. No quiero contar nada más porque tengo comprobado que se me chafan todos y quizás sea por eso.
Aunque sea tarde seguré informando de lo que ocurra en este otoño que se me antoja va a ser importante.