Antoine Sartre muere atropellado en la estación de metro de Denfert Rochereau en París. La policía francesa concluye de forma apresurado que ha sido un suicidio. Lejos están de imaginar que este hecho luctuoso está relacionado de forma directa con la colisión del Alejandría y el Mesana en aguas del estrecho de Gibraltar unos meses atrás.

Jacinto Reyes, perito especializado en accidentes marítimos, cincuentón, bebedor, recién divorciado y un tanto escéptico con lo que le pueda deparar la vida, es enviado para tasar los desperfectos producidos en el Mesana. Lo que parecía a priori una investigación rutinaria se complica de manera espectacular por la aparición de una red mafiosa que intentará ocultar un secreto que atesora uno de los barcos implicados. Sin embargo no va ser éste su mayor reto porque en ese viaje, en el que regresa a la ciudad en la que pasó su juventud, tendrá que enfrentarse a una mujer a la que conoce demasiado bien, Alicia.

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lunes, 12 de abril de 2010

Mis santos cojones

Bastantes días sin aparecer por aquí. Supongo que más de uno lo habrá agradecido. No tengo mucho que contar, mis deberes profesionales me absorben y no me dejan tiempo para otros menesteres. No ha habido contestación de ninguna otra agencia. No importa porque no tardarán en llegar los noes. Ahora bien, tengo que deciros que por diversos motivos cada vez me importa menos la opinión de ellos; sé que lo que he escrito está bien y no me van a convencer de lo contrario. Viene ésto a colación porque estoy leyendo una novela de un autor novel patrocinado por una agencia de creciente prestigio. No comprendo cómo después de pasar por sesudos correctores de estilo, al final se pueda publicar un texto tan pobre desde todos los puntos de vista. (Esa agencia además organiza cursos para enseñarnos a escribir, es la polla. )Llego a la conclusión de que lo único que importa es ser ligeramente comercial, escribir adaptándote a los gustos de los lectores. Si se lleva novela histórica pues demos novela histórica hasta empacharnos, si se lleva novela fantástica pues lo mismo, si hay que escribir para niños, escribamos para niños. Afortunadamente yo no vivo de la literatura y voy a escribir siempre lo que me salga de los cojones. Buenas noches.

1 comentario:

  1. Es así, Antonio. Se publicarán cosas que quizá no valgan la pena, y quedarán afuera otras realmente interesantes. Como decís, depende de lo comercial, y del gusto de quien lo lea.

    Sigamos escribiendo entonces lo que queremos o necesitamos escribir. Tratemos de mejorar en el camino (¿nunca te pasó leer algo tuyo después de unos años, y decir: cómo pude escribir esto?), y mientras tanto luchemos por publicar. Eso no nos lo quita nadie.

    Te recomiendo que te des una vuelta por el decálogo de Stephen Vizinczey, que linkeó Esther, de www.necesidadyazar.com.ar. Es excelente.

    Un abrazo,
    Alejandro.

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