Esta mañana he hablado con mi agente por teléfono. Esperaba que me diera ánimos pero ha sido todo lo contrario puesto que me ha planteado una situación extremadamente negra. En primer lugar le escama que se retrase tantos meses (ya van seis) la respuesta de Ediciones B, ésto le hace ponerse en lo peor así que el "no" el famoso y temido "NO", mejor con mayúsculas, está a punto de caer. A continuación para rematar la faena me comunica que ha intentado que otras editoriales leyeran el manuscrito y le ha resultado imposible, todas sin excepción se niegan a publicar a un novel, yo además de novel soy talludito así que se complica más el asunto (ésto último no lo ha dicho pero yo lo creo). La crisis no va dejar títere con cabeza, no hay editor que se arriesgue, al menos conmigo, y van a lo seguro. Pienso que en el mundo del libro a la depresión general se unen las incertidumbres que provocan las nuevas tecnologías que a decir verdad, al menos así me lo parece, nadie tiene ni pajolera idea del camino que van a tomar.
Cuando me veo rechazado por todas partes me propone una idea que ella misma califica de absurda pero que a su entender podría funcionar, se trata de publicar en Méjico, sí lo he escrito bien, Méjico con j o con x, que es lo mismo, la tierra de Moctezuma, la frontera sur de los Estados Unidos. Según mi agente allí hay posibilidades, la crisis se vive de otra manera y las editoriales están apostando fuerte. Ha quedado en llamarme en cuanto le contesten si van a leer el manuscrito. Y la verdad es que no acabo de ver mi novela publicada al otro lado del océano, si ya me costaba imaginarla en España allí me parece puro subrrealismo porque además será como un hijo huérfano y abandonado; quién la va a promocionar, dónde haremos las presentaciones, quién la va a comprar, aquí por lo menos contaba con los familiares y amigos. En fin, de locos pero es lo que hay y si se me da la oportunidad no me voy a negar. Al fin y al cabo Ediciones B no me ha dado la patada y publicar en Méjico no excluye hacerlo en un futuro por esto lares. Al final voy a acabar como los toreros triunfando primero en las américas.
Lo más cercano que se asemeja a este sentimiento de tristeza e impotencia que me inunda sea el de un desengaño amoroso. Me siento desarbolado, roto, sin rumbo porque lentamente se me van cerrando las puertas en un asunto que me importa mucho. Recuerdo unos versos de José Agustín Goytisolo que dicen "canta ríe, juega, apuesta al acertar para asi acostumbrarte a ese sabor amargo que se llama tristeza y que aparece siempre cuando un amor se va". No es un amor lo que está a punto de irse pero lo parece.
De mi segunda novela llevo escritas 115 páginas.
Seguiré informando a los pocos seguidores que se pasan por aquí.
Cuantas historias no guardaran los cajones de los escritorios que, como yo, están ya muertos.