Antoine Sartre muere atropellado en la estación de metro de Denfert Rochereau en París. La policía francesa concluye de forma apresurado que ha sido un suicidio. Lejos están de imaginar que este hecho luctuoso está relacionado de forma directa con la colisión del Alejandría y el Mesana en aguas del estrecho de Gibraltar unos meses atrás.

Jacinto Reyes, perito especializado en accidentes marítimos, cincuentón, bebedor, recién divorciado y un tanto escéptico con lo que le pueda deparar la vida, es enviado para tasar los desperfectos producidos en el Mesana. Lo que parecía a priori una investigación rutinaria se complica de manera espectacular por la aparición de una red mafiosa que intentará ocultar un secreto que atesora uno de los barcos implicados. Sin embargo no va ser éste su mayor reto porque en ese viaje, en el que regresa a la ciudad en la que pasó su juventud, tendrá que enfrentarse a una mujer a la que conoce demasiado bien, Alicia.

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miércoles, 13 de abril de 2011

Y el tiempo pasa

Se intenta llevar la espera con buen humor. Los asiduos al blog saben de lo que hablo. Todas las mañanas muy temprano me levanto para mirar el correo electrónico con la ilusión de haber recibido noticias favorables, pero está vacío. Parezco un enamorado esperando recibir cartas de amor acudiendo al buzón por si el cartero ha dejado esas palabras escritas que tanto se necesitan. 
En fin, un post más, un desahogo.
Me he autoimpuesto unas minivacaciones literarias una vez "finalizada" la primera parte de mi segunda novela. Una amiga está leyendo el texto y espero su opinión. Es mi manera de trabajar, necesito que me vayan indicando, sugiriendo, que me resalten los errores que ella  ha detectado en el manuscrito. Con esos puntos de vista me hago una idea más acertada de lo que he escrito porque, los que os gusta escribir lo sabréis de sobra, los árboles te impiden ver el bosque. Recuerdo que cuando pintaba había un truco para ver tu obra sin las deformaciones de la mente, era muy sencillo, se colocaba delante de un espejo, el cambio de orientación era suficiente para que la contemplases como si fueras un observador imparcial. En literatura ésto no existe y tenemos que recurrir. al menos yo lo hago, a otros ojos. Hay autores que se vanaglorian de escribir solo para ellos sin pensar en el lector, no es mi caso, a mi me preocupa quien está al otro lado de página y aunque hay  puntos que son inamovibles me dejo influenciar en otros en los que pienso llevan razón. 
                                                                  

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